Lo mejor es no tener padres - Mariela Laudecina

Juli se la pasa haciéndome preguntas estúpidas como por ejemplo por qué el rojo es rojo, por qué las vacas dan leche y los chocolates son ricos y sobre cosas que obvio no sé y le invento respuestas y ella se las cree. Piensa que le oculto información sobre los gitanos. Le repito lo que me había contado mi abuelo y le dan ganas de ser gitana. Le parece emocionante eso de andar de un lado a otro. Yo ni loca trabajaría para un marido que no trabaje. Juli siempre ve lo bueno de todo el mundo. El problema no es ese, si no que no se da cuenta de muchas cosas que yo sí. ¿Será como dice papá, que es lenta porque no se alimentó bien y su cerebro se atrasó? Si hubiera sido por ella nos íbamos con las gitanas a su casa. Otra cosa: lee muy mal. No pronuncia bien algunas palabras; en vez de decir Sevenap, dice Serená. La corrijo y se la hago repetir unas cinco veces para que no se olvide y no hay caso, vuelve a decir Serená. Bayonesa en vez de mayonesa, unares, en vez de lunares, y un montón de palabras más. Mi abuela también habla mal, dice arquiler en vez de alquiler, la calor, los análises. Pero a ella no la puedo corregir porque se enoja.

Charlamos muy concentradas y vemos a mi tío Suárez que viene de frente. Se llama Calixto, pero nadie le dice por su nombre sino por su apellido. Es el marido de la hermana de mi abuela. Viven cerca de la casa de mis abuelos. Trae una bolsa con tomates.

–¿Qué hacen por acá estos canaritos?

–Vamos a la casa de una amiga –digo.
–¿Cómo andan la mamá y el papá?
–Bien.
–Decile a esos gringos que nos vengan a visitar. –Bueno –digo.

–¿Y usted qué hace por acá? –dice Juli.

–Vengo de pintar una casa y me regalaron tomates... Tomá, llevale unos a la mamá. Saca una bolsa de adentro de la otra y me da seis tomates.

–Gracias tío, saludos a la tía –digo y le doy dos besos.

–Portensé bien y vayan por la sombra –dice y saluda a Juli también.

–Te cuento que mi tío es peronista... Por si no sabés es una cosa así como... que la gente quería a un señor que era militar que se llamaba Perón y fue presidente... y se les dice peronistas a los que son hinchas de ese señor.

–¿Cómo ser de Boca?

–Algo así... ¿Nunca fue a votar tu mamá? Bueno no importa, te sigo contando. Mi tío me mostró ese libro que era grande como de este tamaño, y salía Perón con su esposa, que tu segundo nombre es el mismo que el de ella, Eva, pero le dicen Evita.

–Me parece que me pusieron Eva por ella...

–Dejá de inventar Juli.

–Qué odiosa.

–Se ve que eran como reyes, ella tenía el pelo peinado hacia atrás, con un rodete y usaba vestidos como de princesa y joyas y él traje, con corbata o uniforme de militar. Les sacaban muchísimas fotos. Cuando ella hablaba en un balcón, todo el mundo iba a una plaza inmensa y a veces la gente lloraba de emoción. Me dijo también que eran re buenos, que ellos se pudieron ir de vacaciones y para el día del niño Evita regalaba un montón de juguetes a los niños pobres.

–¿Y ahora dónde están esos reyes?

–Muertos.

–¿Quién los mató?

–Nadie, se murieron solos Juli. Ella tenía cáncer y él no sé, creo que se murió de viejo.

–Qué pena. Podría haberme ido de vacaciones y tener juguetes.

–Sí, yo pienso lo mismo. Mi papá no los quiere, dice que eran unos ladrones y criaban vagos. Lo que pasa es que él es hincha del partido demócrata.

–No entiendo ni jota.

–A veces se pelea con mi abuela porque ella dice que él es un ganso aristo..., me sale aristogatos. Bueno, la palabra es parecida...

–Me da risa, tu papá tiene cara de ganso.

–No entendés nada Juli... No sé, la cosa es que mi abuela y mi pá a veces se pelean porque mis abuelos también son peronistas y mi pá es demócrata... Lo que pasa es que de los demócratas no sé mucho... Yo quiero saber, le pregunto, le pregunto y me dice que no voy a entender. Al final no sé con quién quedarme... Me parece que con los reyes del libro.

–¿Y el señor que era militar por qué era bueno? ¿No era militar?

–Porque quería, ¿vos por qué sos buena?

–Nací así... y te digo una cosa para que sepas. Mi mamá tenía un novio policía y le pegaba y un día sacó el revólver y yo me asusté mucho, pensé que la iba a matar. Los policías son militares, pero tienen otro traje. El de los militares es verde y el de los policías azules. Es lo mismo.

–Pobrecita tu mamá... ¿lo denunció?

–Qué lo va a denunciar si tenía que ir a la policía y eran todos amigos de él, no le iban a creer. Menos mal que no volvió más. Mi mamá se busca novios que no sirven para nada. Yo le digo, mami te tienen que regalar flores, perfumes... y nada, como si le estuviera hablando a la pared. Uno solo, una vez le regaló un perfume para su cumpleaños.

–Te cuento algo gracioso... hablando de perfumes, me hiciste acordar. Una de las nietas de mi tío Suárez una vez tomó perfume Mujercitas y fue por mi culpa. Yo le había dicho que si tomaba unos tragos se iba a tirar pedos perfumados.

Juli no para de reírse. Siguió preguntándome sobre mi tío Suarez, dijo que tenía cara de cuis. Así que le conté también que el hijo de mi tío tiene 10 hijos, que dos se le habían muerto de bebés y viene uno en camino.

–Yo también quiero tener muchos hijos –dice

–Yo quiero... no sé cuántos todavía. Mi papá dice que lo ideal es tener dos o tres, más es un problema. Que la gente que tiene ocho o diez, o tiene mucha plata o le falla el coco.

 

(…)

 

Mariela Laudecina (Mendoza, 1974) ha publicado Hacia la cavidad (poesía, 2006), Ciruelas (poesía, 2007), Tomo las decisiones con los pies (poesía, 2011), Perfume de jarilla (poesía, 2013), todos en Llantodemudo; El cielo es para los ángeles (novela, 2009) en Textos de Cartón (reeditada en 2014 por Borde Perdido); La culpa es del sueño (poesía, 2015) en Editorial Yaugurú; El bosque de las mujeres amadas (poesía, 2017) en Editorial Buena Vista; Luna en escorpio (poesía, 2018), en Borde Perdido. Coordina talleres y clínicas de poesía. Es directora de la colección de poesía Mambo Nicanor de la Editorial Buena Vista.