¿Qué es lo que pensás hacer con tu única salvaje y preciosa vida? - Mary Oliver

Mary, me dijiste que para vos, la poesía es siempre un llamado. ¿Cómo te das cuenta de cuando algo es un llamado?

Cuando no podés hacer otra cosa más que acudir.  Todos tenemos un corazón hambriento, y una de las cosas que ansiamos es la felicidad. Entonces, en la medida de lo posible, me quedé donde estaba feliz. Pasé gran parte de mi juventud solamente escribiendo y leyendo, caminando por el bosque en Ohio, en donde me crié.  Suelo decir que si pudieran encontrar todo lo que escribí por esos años, lo dejarían ahí donde estaba.  Era malo, carecía de originalidad. Pero cuando amás lo que hacés, honestamente, podés mejorar.

Cuando caminabas por el bosque y escribías, ¿la gente alguna vez pensó que estabas loca?

A mis padres no les importaba demasiado lo que yo hacía, y eso fue probablemente una bendición. Pero en Princetown, ahora, hay una pequeña historia que es linda. Dicen: si Mary sale a dar un paseo, y empieza a caminar más y más lento, y finalmente se detiene mientras todavía está garabateando algo, se sabe que fue una caminata exitosa.

Siempre caminás con una libreta.

Sí, siempre. Es muy importante escribir las cosas en el momento, o podés perder el hilo de lo que estabas pensando. Yo tengo una regla de que si me despierto a las 3 de la mañana y pienso algo, lo tengo que escribir. No puedo esperar hasta que amanezca— lo perdería.

¿Qué significa para vos ser poeta?

Yo me considero algo así como una reportera—una reportera que usa palabras que son como música y que arman una coreografía. Nunca me pienso como una poeta; simplemente me levanto y escribo. La mayor parte de mi vida, no he tenido la estructura de un verdadero trabajo. Cuando era muy joven y decidí que quería escribir tan bien como pudiera, hice una gran lista de todas las cosas que jamás tendría.


¿Las cosas que no tendrías?

Sí, que no tendría, porque pensaba que los poetas no ganaban nada. Una casa, un buen auto, no podría salir a comprarme ropa elegante o ir a buenos restaurantes. Me ocuparía de las necesidades. No es que no haya hecho algunos trabajos de enseñanza a lo largo de los años— pero nunca tomé trabajos interesantes, porque no quería estar interesada en un trabajo. Ahí es cuando me empecé a levantar tan temprano —  me despierto a las 5 A.M— para poder escribir un par de horas y después darle a mi empleador mis mejores energías de segunda categoría (Risas).


Alguna vez te preguntaste “¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Debería cambiar de camino y tal vez intentar tener alguna de las cosas de esa lista?”

Nunca. Siempre quise escribir poemas y nada más. Hubo algunos momentos en que la vida no fue fácil, pero si estás trabajando unas horas por día y tenés un buen libro para leer y podés salir a la playa y cavar para encontrar caracoles, estás bien.

Muchos niños y adultos se sienten “diferentes”, y piensan que son los únicos que se sienten así.

No es que yo deseara ser como todos los demás. Más bien deseaba que que no notaran mi presencia y que me dejaran sola, y de algún modo creo que triunfé.


¿Creo que triunfé? Sos una de nuestras escritoras más reconocidas.

Pero esa es la persona pública. Aparentemente, soy una ermitaña.


Sí, te iba a preguntar por eso.

No sabía que era una ermitaña. Digo, conozco a mucha gente en Princetown— pescadores, portugueses, jóvenes. Si el plomero me dice, “¿Cómo va tu trabajo?”  soy amable. Pero si alguien que no conozco viene al pueblo y me llama y dice “Me encanta tu trabajo. Estoy acá por tres días, ¿te puedo llevar a almorzar?" — Bueno, eso es algo que no puedo hacer. Es difícil encontrarse con un extraño —es entregarse —  y si lo hiciera, querría hacerlo bien. Debería dejar mi escritorio, o el bosque, y no quiero hacer eso.


¿Sos más feliz sentada en tu escritorio o paseando por el bosque?

Probablemente caminando por el bosque, porque siento como si me desvaneciera y me volviera parte del mundo natural, lo cual por alguna razón siempre me hizo sentir a salvo. Pero mi mente está más enfocada cuando estoy trabajando en un poema en mi escritorio, y eso es divertido. Para ser buena, también tenés que amar el trabajo con los poemas.


¿Por qué te inclinaste hacia el arte?

Bueno, pienso que porque con las palabras podía crear un mundo en el que vivir. Tuve una familia muy disfuncional, y una infancia muy dura. Entonces armé un mundo a partir de las palabras. Y esa fue mi salvación.

 
¿Tenés una palabra favorita?

Varias [risas].  Amor (love),  alegría (mirth),  alabanza (praise), constancia (constancy)...


¿Y un poeta favorito?

Supongo que debiera ser Whitman o si no, Rumi o Hafez. Y también adoro la poesía de Emerson.  Y por supuesto que el nombre de mi perro, Percy, es por Shelley. Y cómo no amar a Keats.


Me encanta Rumi.

Absolutamente. Esto que yo amo— reunir la vida espiritual y la vida en este mundo— él lo hace de manera tan hermosa....
 

¿Pensás que es posible reunir el mundo espiritual y el “mundo real” en 2011?

Absolutamente, creo que sí. Y pienso que si uno escatima en una u otra posición, no llega a captar el show completo. Tenés que estar en el mundo para entender de qué se trata lo espiritual, y tenés que ser espiritual para poder aceptar verdaderamente al mundo.   


Cuando hablás de lo espiritual, sin embargo, no estás hablando de una religión organizada.

No, aunque sí  pienso que la ceremonia es hermosa y poderosa. Pero también conocí a algunas personas que están involucradas en una religión organizada y que no son muy apasionadas. He escrito hace un tiempo que Dios tiene “tantos nombres”. Para mí, está bien si mirás un árbol, como hacen los Hindúes y decís que tiene un espíritu. Es un misterio y los misterios se explican por sí mismos— nunca vamos a saber cómo son las cosas. Yo pienso en lo espiritual como algo muy importante. Me gusta pensarme a mí misma como una poeta de la alabanza. 
 

¿Qué significa eso?

Que reconozco mi amor y gratitud por la vida a partir de alabar al mundo, y a quien sea que hizo todas estas cosas.

 

¿Es ese el objetivo del poeta? ¿O el objetivo es hacer que las personas vean a la naturaleza de una manera diferente? ¿O tocar su alma? ¿O hacerles sentir placer?

Todas esas cosas. No tengo mucha esperanza de que la Tierra permanezca tal como era cuando yo era niña. Ya ha cambiado enormemente. Pero pienso que cuando perdemos nuestra conexión con el mundo natural, tendemos a olvidarnos que somos animales, que necesitamos la Tierra. Y eso puede ser devastador. Wendell Berry es un poeta maravilloso, y habla de este desastre venidero como algo grave. Yo soy de las que pienso que una atrae más moscas con miel que con vinagre. Entonces intento ir más con el: “¿Han notado esta cosa maravillosa? ¿Se acuerdan de ella?”


Intentás alabar.

Sí, intento alabar.  Si tengo algún mérito duradero, será porque intenté que la gente recuerde cómo se supone que debe lucir la Tierra.


Hablabas antes de que te sentías feliz escribiendo y estando en la naturaleza, y que entonces te movías hacia la felicidad. Tanta gente piensa que los poetas son almas torturadas.

Bueno, pasamos por un período completo de poetas confesionales. Y pienso que mucha gente —  sin dudas Sylvia Plath y Anne Sexton—  mezclaron la terapia con el trabajo que estaban haciendo y eso es una pena.  Puede que me equivoque, pero pareciera que ellas sintieron que podían sanar a través de la escritura, y eso no funcionó. Yo generalmente no me meto con lo que me hace infeliz cuando escribo. Quiero escribir poemas que consuelen, tal vez que entretengan, que alienten a las personas. Con esto no quiero decir que en el mundo todo es genial y maravilloso. Pero soy cuidadosa—  intento mantener el énfasis en lo bueno y lo esperanzador.    

Entonces nunca quisiste que tu poesía fuera un lugar donde trabajar tus problemas personales. Y sin embargo, “The Journey” (El viaje), mi poema favorito de todos los tiempos, parece enfrentarse con temas bastantes oscuros.

Bueno, en retrospectiva, me choca ver que escribí eso. Porque siempre fui muy reservada en relación a mi vida, y, sin embargo, los poemas en Dream Work (1986) no son tan reservados como pensaba. Estoy contenta de haberlos escrito y estoy haciendo un poco más de eso ahora— usando material personal. Quiero ser más valiente y más honesta con respecto a mi vida. Cuando sos abusada sexualmente, hay daños— esta es la primera vez que digo esto en voz alta.


¿Fuiste abusada sexualmente en tu infancia?

Era muy chica. Pero tuve pesadillas recurrentes; ahí están las repercusiones.

 
¿Podés hablarme sobre eso?

Bueno, esa es la razón por la que quise ser invisible, estoy segura. Y sin dudas se me hizo difícil confiar en el otro. Pero con la ayuda de algunas personas reales y buenas, finalmente sané—  bastante tarde en la vida. He estado elaborando esto con un muchacho maravilloso hace cinco años más o menos.


¿Un terapeuta en Provincetown?

Sí. Ahora puedo entenderlo. Uno: eso pasó, de chica peleaba y no quería reconocerlo, y dos: eso afectó en varios sentidos mi comportamiento. Probablemente fue la razón por la que abandoné mi casa el día después de egresar del secundario —no podía esperar un minuto más. ¿Y por qué yo estaba tan necesitada de un gran pacto en mi vida? Porque no tuve suficiente amor de madre y protección. Eso puede hacer que la gente sea muy —bueno, hay millones de personas caminando por el mundo que tuvieron una infancia insuficiente y simplemente ocurrió que fui una entre tantos.


¿Por qué este es el momento para escribir de forma más personal? ¿Los años te hicieron más valiente?

Yo creo que lo que me hizo más valiente fueron los antecesores que se han atrevido a contar. En tu discurso, me conmoví por el coraje de Eve Ensler. Ahora sé que es un asunto o tema que no voy a estar esquivando. Siempre habrá pájaros, pero voy a expandirme un poco, o tal vez mucho. No lo sé.


¿Te emociona la idea de correr tus límites, te asusta, te alivia?

Me emociona. Es decir, se siente como una liberación.


Un verso tuyo que siempre cito es “¿Qué es lo que pensás hacer con tu única salvaje y preciosa vida?” ¿qué pensás que haz hecho con tu única salvaje y preciosa vida?

Usé un montón de biromes [risas]. Lo que he hecho es aprender a amar y a ser amada. No viene siendo fácil. Y aprendí a considerar mi vida como un regalo increíble. Son esas cosas.


Has vivido una vida única, realmente particular y audaz.

Bueno, nunca fue una tentación estar influenciada por lo que quería hacer o cómo quería vivir. Cuando Molly se enfermó, supe qué hacer. Querían enviarla inmediatamente a un hogar de ancianos y yo dije, “definitivamente no”. Me instalé en su casa. Este tipo de cosas no son fáciles. Solía salir de noche con una linterna y me sentaba en un pequeño banco afuera de la casa para garabatear poemas, porque estaba demasiado ocupada cuidando de ella durante el día como para caminar por el bosque.


Tuviste una relación de 40 años con Molly. ¿Cómo cambió tu vida su muerte?

Estuve muy, muy sola.


Has escrito en tu obra que no pasabas mucho tiempo sin ella. ¿Cómo lograste no sentirte devastada por su pérdida?

Yo había decidido que haría una de estas dos cosas cuando ella muriera: o compraría una pequeña cabaña en el bosque, me metería ahí con mis libros y cerraría la puerta, o abriría todas las puertas—siempre las habíamos mantenido cerradas, con llave; a Molly le gustaba esa sensación de seguridad— y entonces, vería a quién podría conocer en el mundo. Y esto es lo que he hecho. No he cerrado las puertas por cinco años. Tengo amigos maravillosos. Y tengo más tiempo para estar conmigo. Fue una relación sólida y amorosa, pero en las relaciones suele pasar que una de las dos personas es la dominante y yo fui muy tranquila por 40 años, feliz haciendo mi trabajo. Ahora soy diferente.  


¿Te has acercado a vos misma un poco más?

Sí. Un poco tarde, pero ha pasado eso.


Me dijiste cuando estábamos caminando que nunca estuviste más feliz que ahora.

Es cierto.


Vivimos en una sociedad en la que la gente piensa que es demasiado grande a los 55 o los 60 para hacer cualquier cosa. ¡Y vos tenés 75! Me parece fascinante que te hayas vuelto más feliz, más valiente, más entusiasmada, parecés curada del trauma infantil del abuso.

También soy algo que nunca fui antes— ¡soy graciosa! [risas.]  


¿Cómo cambió tu vida ganar el Pulitzer [en 1984]?

Bueno, dicen que en 1941 la pregunta que todo el mundo hacía era “¿Dónde queda Pearl Harbor? Después de que gané el Pulitzer, todo el mundo preguntaba “¿Quién es Mary Oliver?” Yo ya había escrito mi quinto libro, y creo que ni siquiera había ido a una lectura. Estaba lavando los platos cuando sonó el teléfono [risas].


¿Y qué pensaste?

Bueno, cuando del canal local de televisión me llamaron y me pidieron que fuera, dije que no. Estaba en un momento— Dios, me estás haciendo hablar, eh— en que estaba refaccionando la casa. Había ido al basurero para buscar tejas viejas, mi rutina de todos los días y un tipo que me vio me dijo, “¿Puede ser que te haya visto en la tele ayer a la noche?” Yo no había estado en la televisión pero habían mostrado una foto mía. Y después una amiga pasó por mi casa, una pintora, y me dijo, “Ja, ja, ¿qué vas a hacer?  ¿Buscar tus viejos manuscritos?”[Risas.] Así era Provincetown— era maravilloso. Mi vida no cambió, excepto que empecé a publicar más y empecé a ir a lecturas.


¿Te sorprende cuando salís al escenario y hay, a veces, miles de personas sentadas ahí solo para escucharte leer tus poemas?

Pienso, “Estas personas están esperando algo que no las duerma. Esperan que suceda algo significativo."
 

¡Eso es mucha presión! Vos siempre decís, sin embargo, que todos los poemas están escritos para ser leídos.

Oh, así es. Están hechos para ser leídos y escuchados.


Es diferente si te escucho leer “The Journey (El viaje)” que si lo leo.

Sí, es diferente, pero no tan diferente si he hecho un buen trabajo con el poema, con las palabras que usé, los cortes de verso. Los poetas de hoy no saben mucho de mecánica. Donald Hall dice que un poema tiene dos vidas — por una parte, el sentido de lo que estás diciendo, y por otra, el cuerpo sensual del poema. Las palabras que usás, la forma… todo eso me fascina.


¿Tenés un poema favorito?

¿Que yo haya escrito? No aún. Se supone que una debe amar a todos sus niños por igual [risas]. De hecho, mi poema favorito siempre es aquel en el que estoy trabajando.


¿Y en cuál estás trabajando ahora?

Varios. Unos 15 o 18.


¿Hay alguno de los valientes ahí?

Esos todavía no están tipeados, pero sí, hay uno valiente [risas].



Entrevista con Mary Oliver, para www.oprah.com, 03 de septiembre de 2011, por Maria Shriver. Enlace: http://www.oprah.com/entertainment/Maria-Shriver-Interviews-Poet-Mary-Oliver.Traducción: Natalia Leiderman y Patricio Foglia.

 

Otro poema cotidiano

 

Cada día

  pienso

     en los lirios—

        en cómo se visten

 

y en los cuervos—

   en cómo se alimentan—

       y cómo cada una de estas cosas

            es un milagro

 

del amor de Dios

   y del dolor—

      porque los lirios

         en sus vestidos radiantes

 

no resisten

  se arrugan

     y caen,

        y los pequeños cuervos

 

en sus nidos de viento

  se levantan

     con tal placer

         al ver

 

la carne fresca

   que endulza sus vidas—

      y qué paradoja

         que tal brevedad—

 

los vestidos espléndidos

  el alimento púrpura—

    hagan al mundo

      tan vasto, tan bueno.

 

 

Percy y los libros

 

A Percy no le gusta cuando leo.

Pone su hocico sobre el libro y gime.

Revolea los ojos, a veces estornuda.

El sol está arriba, dice, y el viento abajo.

Afuera está el mar y juegan los perros de los vecinos.

Pero Percy, digo. ¡Las ideas! ¡La elegancia del lenguaje!

Las percepciones, las ironías, las historias hermosas

que nacen y mueren y giran en torno a la fuerza, o al coraje.

 

¿Libros? dice Percy. Una vez me comí uno, y fue suficiente.

Salgamos.

 

 

Presentando las aves

 

Miren, chicos, ahí está el tímido

dodó, que no puede volar; la colorida

paloma llamada migratoria, el gran pingüino

Auk, el zarapito esquimal, el picamadero

conocido como Carpintero del Rey,

el…

Vamos chicos, apúrense -- Hay tantas

cosas increíbles para mostrarles en

los oscuros cajones del museo.

 

Mary Oliver, El pájaro rojo.