Quiero poemas útiles - Sharon Olds

Sharon Olds tiene el apellido equivocado*. A sus 70 años, puede verse en Olds a una mujer joven - en su largo pelo lacio, en su voz suave. Incluso en su collar de perlas, que pareciera expandirse. Hay elasticidad -y algo de transformación continua- en su escritura. Es una de las más queridas poetas norteamericanas – sus lecturas atraen a un público enorme- pero todavía es poco reconocida en su país. En los EEUU, ganó el San Francisco Poetry Centre award, el Lamont poetry y el National Book Critics Circle award. Y ha ganado, y casi con seguridad, ganará por segunda vez, el premio TS Eliot con Stag´s Leap, el poemario más importante de su obra*1.


Es una poeta que siempre ha escrito sobre su vida y nunca reprimió los detalles más íntimos pero cuando, a los 55 años, su matrimonio terminó, les prometió a sus hijos ya adultos que no iba a publicar nada acerca del divorcio, al menos hasta que pasasen 10 años. Ya era “suficientemente malo para ellos tener una poeta en la casa” (una frase encantadora, como si un poeta fuera una mascota inconveniente), como para robarles el tiempo que necesitaban para adaptarse a una crisis que también los afectaba.


Pasaron 15 años hasta que Stag´s Leap fue publicado. Supo que debía publicar cuando se dio cuenta de que estaba escribiendo una despedida –un último poema. El poemario es una extraordinaria reflexión acerca de lo que significa perder a tu otra mitad y va siguiendo el gradual cambio de perspectiva que esto supone. Pero lo que tienen en común los poemas es que son amables. Olds irrumpe, ardiente, como en un sueño, inequívocamente norteamericana, y dice: “En la vida, queremos ser amables. Siempre. Si podemos.” No hay ni un atisbo de amargura en ella.

 

¿Escribió Stag´s Leap al calor de los acontecimientos o volvió a todas esas emociones desde la tranquilidad?

Siempre he escrito cuando el sentimiento era intenso. Me resultaría difícil volver a emociones fuertes desde la tranquilidad.

¿Hubo poemas demasiado biográficos como para ser incluidos en este poemario?

Lo único que me hizo descartar poemas fue la sensación de que no eran suficientemente buenos. Escribí cientos de poemas – la mayoría no funcionaban.


¿Le mostró a su ex esposo el poemario antes de publicar?

Cuando estaba casada, todo pasaba por su aprobación. Pero sentí que ya no necesitaba ese honor. Algunas personas tal vez no estuvieron de acuerdo. Este no es un libro justo o equilibrado. Está escrito desde el punto de vista de la esposa dejada, y ese es su límite.

Auden advirtió que la poesía autobiográfica estaba agotando su “capital”. Yo lo entiendo como capital en el banco. Cuando empecé a escribir, no se escribía mucho acerca de la vida de las mujeres; sentí que escribir ese tipo de poemas implicaba más un hacer que un agotar algo.

Escribir sobre el dolor, ¿lo aleja o lo acerca? La poesía, una vez concluida, ¿refiere ya a otra persona?

Un poema no intensifica la experiencia, se añade a ella. Y no refiere a otra persona, ¿o sí? Es la misma persona, que hizo una canción.

Objetos inanimados cobran vida en sus poemas…

Me encanta describir cosas y tener un sentimiento de sociabilidad con los objetos. Y las personas que crecen con algún grado de violencia en la casa -en mi caso no violencia sexual pero sí psicológica- saben lo que es sentirse como una cosa. Miran a los otros chicos, tratan de ver cómo sería sentirse plenamente como una persona.

¿Puede contar más acerca de su infancia?

Me crié en una atmósfera punitiva, calvinista – infierno para el futuro, castigo en el presente. Es un trabajo de toda la vida tratar de dejar atrás las mentiras, como por ejemplo que una misma no vale nada. Una tiene que cambiar el sentido de la verdad de su propia buena fortuna, para estar acá, junto a los otros.

¿Se reinventó a sí misma después de su divorcio?

Tenía 55 años. No hubiera sabido cómo. Lo que tenía que hacer era perseverar. Siempre he tenido la bendición de muchos amigos muy cercanos. No tuve que reinventarme con ellos.


Joyce Carol Oates la describe como “valiente”.

Viniendo de Joyce, es increíble. Creo que ella es valiente. Puedo responder en parte como Adrienne Rich: “Tengo miedo de todo”. Pero mi deseo es todavía más fuerte que mi miedo. Deseo escribir sobre mi vida en parte como historias representativas de cualquier mujer común.

¿Puede describir un típico día de trabajo?

Es de mañana, tenés un block de notas del almacén -rayado- y una lapicera y mirás por la ventana. Si estás en New Hampshire, ves un estanque y el cielo y bosque y en New York ves el río Hudson. Podés estar describiendo lo que ves. O escribiendo un diario. Hago dibujos y les pego stickers: pájaros, reptiles y dinosaurios. El cielo. Orión. Todo eso.

¿Qué es lo que más querés de un poema?

Que sea útil.

¿Cuál fue el máximo desafío de Stag´s Leap?

El título. Me dijeron que cuando los ciervos copulan, no saltan, se deslizan suavemente…

El deslizamiento de los ciervos hubiera sido un título horrible.

Estoy de acuerdo (risas).

¿Y hay un nuevo hombre en su vida ahora?

Sí. Vivo con él en New Hampshire y New York. Tengo un trabajo en la Universidad de New York.

¿Publicar se siente como el final de un capítulo?

Algo cambió. Definitivamente, sí – hay una sensación de plenitud.

 

*Old en inglés significa viejo/a.

*1 Ganó ese premio, y también el Pulitzer de poesía de ese mismo año.

Extraído y traducido de http://www.theguardian.com/books/2013/jan/06/sharon-olds-interview-stags-leap

 

Ahogándose

Las madres están sentadas en la cocina, las últimas
horas de la tarde, la luz como resina
sólida en el agua junto a los tallos dorados,
el té como ámbar de bailarinas; se sumergen
en su lengua, charlan. Están siempre temiendo
lo peor para sus hijos; la grieta entre las tablas,
el clavo, el gancho, las escaleras al sótano,
toda la sangre de sus pequeños cuerpos –
Si mirás por la ventana mientras la oscuridad se filtra
y el cuarto es como una jarra amarilla,
hay un ángulo, hay un momento, en que se puede ver que cada
            madre
lleva una mujer colgada al cuello
arrastrándola– su propia madre que la agarra y la hunde
en la luz que se apaga.

de Satán dice (1980).

 

 

Es tarde

La bruma recorre el jardín
como el humo de una batalla.
Estoy tan cansada de las mujeres lavando los platos
y de cuán inteligentes son los hombres, y de cómo quiero
morder sus bocas y sentir sus pijas duras contra mí.
La bruma se mueve, sobre los arbustos
brillantes de hiedra venenosa y negros
frutos como piedras. Estoy cansada de los hijos.
Estoy cansada de lavar la ropa, quiero ser genial.
La niebla se extiende en silencio sobre la maleza.
Estamos sitiadas. La única forma de salir es a través
del fuego, y yo no acepto ni un solo pelo más
ninguna otra cabeza quemada.

de Satán dice (1980).

 

 

Locos

Yo dije que habíamos estado locos
el uno por el otro, pero tal vez mi ex y yo no estábamos
locos uno por el otro. Tal vez estábamos
cuerdos uno por el otro, como si nuestro deseo
no fuera ni siquiera personal–
era personal, pero eso apenas importaba, porque
parecía no haber ninguna otra mujer
ni hombre en el mundo. Quizá fue
un matrimonio arreglado, el aire y el agua
y la tierra nos habían concebido juntos – y el fuego,
un fuego de placer como una violencia
de ternura. Entrar juntos en esas bóvedas, como una
pareja solemne o jocosa con pasos
formales o con el pelo revuelto y a los gritos, se pareció a
los caminos de la tierra y la luna,
inevitables, e incluso, de algún modo,
tímidos– encerrados en una timidez juntos,
en igualdad de condiciones. Pero quizá yo
estaba loca por él – es verdad que veía
esa luz alrededor de su cabeza cuando yo llegaba tarde
a un restorán – oh por Dios,
estaba extasiada con él. Mientras tanto los planetas
se orbitaban los unos a los otros, la mañana y la noche
llegaban. Y quizá lo que él sintió por mí
fue incondicional, temporal,
afecto y confianza, sin romance,
pero con cariño – con cariño mortal. No hubo
tragedia, para nosotros, hubo
una comedia cautivante y terrible
revelada de a poco. Qué precisión se hubiera necesitado,
para que los cuerpos volaran a toda velocidad por
el cielo tanto tiempo sin lastimarse el uno al otro.

de Salto del ciervo (2012).

 

 

El gazal* del moretón

Ahora en mi cadera un óvalo negro-y-azul se ha vuelto azulvioleta
como tinta en la cáscara de un gran
corte, doloroso como mordida de amor, demasiado
grande como para venir de una boca humana. Me gusta, 
mi adorno en la piel – marco de oro, color de la envidia
adentro un camafeo, con tintes violeta
sobre él, el picaporte que mordió deja un púrpura
oscuro con movimientos como las temerosas patas
de un ciempiés. Cuento los días que pasaron, y los que faltan
para que se vayan los colores podridos y después
de a poco desaparezcan. Algunas personas piensan que ya
debiera haber superado a mi ex – quizá
incluso yo misma pensé que lo superaría un poco más
para estos días. Quizá superé a medias a quien él
era, pero no a quien yo pensaba que era, y no superé
la herida, repentino golpe mortal
que parece venir de ningún sitio, pero que vino del núcleo
de nuestra vida compartida. Dormí ahora, Sharon,
dormí. Incluso mientras hablamos, el trabajo se está
haciendo, por dentro. Naciste para sanar.
Dormí y soñá – pero no con su regreso.
Ya que no lo lastima, herilo, en tu sueño.

de Salto del ciervo (2012).

*El gazal es un género lírico (forma poética) que consiste en coplas y estribillos, con cada línea compartiendo el mismo medidor. Es propio de las literaturas árabe, persa, turca y urdú.