Ficciones urbanas - Francisco Pignataro

La Trinidad

Al principio, fue nada más que un asentamiento.

Don Pedro de Mendoza llegó a estas tierras en el 1536, año de Nuestro Señor, para abandonarlas al poco tiempo, tiempo sin embargo agobiante, infinitamente tortuoso para aquellos españoles perdidos entre el hambre, el asedio de los nativos y la locura. Los historiadores todavía discuten cuál fue el verdadero sitio de la primera fundación.

En 1580 Juan de Garay llegó del norte con el mandato imperial de obtener una nueva salida al Atlántico, para la Corona. Fundó una ciudad, a la que llamó Ciudad de la Trinidad y Puerto del Buen Ayre.

La Trinidad fue, hasta 1996, el nombre oficial de Buenos Aires.

Este libro también puede leerse como una tríada. En su base piramidal imagino: de un lado, al fotógrafo y del otro, cada una de sus fotografías. Todas esas fotos, con sus edificios, sus ventanales, sus anchas avenidas, forman un mapa: un recorte íntimo, una mirada personal. En el vértice superior, la Ciudad como resultado de ese cruce: entre lo imaginario y lo real, entre las luces y la noche, la Ciudad propiamente dicha.

Un triángulo para narrar una historia. Vieja figura geométrica, un poco caída en desuso después de las sagradas escrituras, Fichte, Hegel, las novelas románticas, Eliseo Verón, un largo etcétera. Pero en el futuro de las ciudades latinoamericanas siempre parece volver el pasado, como una sombra terrible de lo que ya fue.

Un triángulo, entonces. Para narrar esta historia.

Como cada vez que hablamos de poder y de amor.

 

Nieve de sábado por la noche

Nieve de sábado por la noche es una fotografía nocturna del Palacio de la Legislatura, tomada desde la avenida Julio Argentino Roca / Diagonal Norte. La foto recorta de la noche una silueta: el reloj de la torre y las luces, frías y azules, semejantes a copos de nieve cayendo. El Palacio fue construido a finales de los veinte en el barrio de Montserrat, el más antiguo de la Ciudad, con el propósito de establecerse en la cercanía de otros signos arquitectónicos: el Cabildo, la Casa Rosada, la Plaza de Mayo.

Proximidad de los signos: esta foto puede ser leída en serie junto con otras de este mismo libro. Pienso especialmente en Ingleses, Descenso Monumental y Planetizaje Forzoso. Son todas fotos nocturnas, urgentes, como surgidas bajo la alarma de una invasión. También, pienso en el recorrido que proponen, en la particular elección de los lugares: la Plaza san Martín, los Bosques de Palermo, el Planetario.

Proximidad de los signos: La nieve, la General Paz, la batalla del Congreso. También el Eternauta es el recorrido de una invasión y su resistencia.

Proximidad de los signos: Masotta decía que el inconsciente estaba estructurado como un lenguaje. Yo creo que este libro está estructurado (que puede ser leído) como una pesadilla o como un cómic.

Proximidad de los signos: En vez de fotos, viñetas. Cuadros sucesivos. Y como en todo cómic, lugar para el humor: Una foto torcida en una avenida llamada Diagonal. Un juego de palabras en cada título. Excepto por el hecho de que cada imagen es casi idéntica a la siguiente y a la siguiente y así. Una historieta inquietante: lo ya dicho, un cómic, una pesadilla.

Proximidad de los signos: el film Fiebre de sábado por la noche se estrenó en la Argentina en 1977, en plena dictadura militar.


Proximidad de los signos: Leído desde la tradición nacional, creo que Ficciones urbanas está más cerca de Oesterheld que de Sara Facio.

 

Los retratos de Francisco Pignataro

Como en Viel Temperley o en Grete Stern, aquí también es posible escuchar una música: ya no el órgano de la Iglesia del Santísimo, sino más bien música techno (ninguna trascendencia, inmanencia pura de una oscura energía vital) parecida a Kraftwerk o a Koyaanisqatsi, aquella película experimental de los años 80 que también era una denuncia, un cómic y una pesadilla.

Como en Nicolás García Uriburu: casi total ausencia de gente: signo y alarma.

Como en Larrea: la naturaleza como reverso posible, vuelta al origen, elemento que no aparece nunca en ninguna foto y sin embargo.

Como en Aniko Szabó: trabajo con los colores, fluorescencia y estridencia ya no del servicio de la celebración sino de la exacerbación de una energía, demandante y activa, de la que parece nutrirse toda la ciudad, como un animal enorme y voraz.


Como en Daniel Santoro: una toma de posición, ética y estética. Quiero decir, todo chiste es político o el brillo de una verdad que relumbra para evanecer, casi al instante. Lo que queda en la pupila es el registro de su paso, grabado como un pequeño tatuaje fugaz. Como la fotografía, cuya misma existencia mimética siempre nos recuerda que (gracias, Roland Barthes) esto pasó, aunque a veces resulte francamente increíble creerlo.

 

Una historia de la fotografía

En los albores de su creación, la fotografía fue utilizada como un instrumento de control y vigilancia. La policía necesitó especialmente de su auxilio en la lucha contra la Comuna de París, para registro de barricadas, rostros y cuerpos.

Hoy, en nuestra Ciudad, parte de aquel espíritu policíaco todavía subsiste, ligeramente democratizado, en esas imágenes que exhiben en su entrada supermercados y almacenes de barrio, denunciando hurtos captados in fraganti por las cámaras de seguridad.

Por supuesto, la fotografía también se ha democratizado más allá de lo policial y a todxs nos acompaña en nuestro día a día como elemento indispensable de nuestro celulares, poderosa herramienta que otorga el goce (apps y redes sociales mediante) de vivir el propio reality show. Truman Show a la enésima potencia, somos productorxs, editorxs, directorxs: protagonistas de nuestras vidas semi mediáticas.

Aunque tal vez no sea, estrictamente hablando, una verdadera democratización más allá de lo policial: tal vez nuestros datos (fotos y gustos, tiempo transcurrido en lugares favoritos, comentarios, fiebre del Big Data incesante) ya no sean procesados por la policía o por alguna otra dependencia estatal, pero sin dudas forman parte de la enorme nube que vuelve como un boomerang sobre el propio ciudadano devenido consumidor: alcanza con pasar cerca de cualquier casa de deportes para recibir casi de inmediato publicidad asociada, en la primera red social a la que entremos.


Pienso en Byung-Chul Han, en su filosofía lúcida y paranoide. También, claro, en Black Mirror. Creo que la cámara de Pignataro enfoca hacia ese mismo futuro mediato, esa distopía, con la íntima esperanza de aludir a nuestro presente agobiante o de denunciar, al menos, el lugar hacia el cual se dirige toda la energía de nuestros cuerpos.

 

Welcome to the jungle

Cada una de las texturas de este libro, cada línea vertical, diagonal, horizontal, electrizante y perfecta, va dibujando -con toda parsimonia- la piel de un animal: un animal robótico que vive en cada edificio de la Ciudad, parte concreta que encarna su espíritu: ya no los planos -la Ciudad hecha maqueta- sino su sentido íntimo, su incesante continuidad.

Ficciones urbanas puede leerse también como una renovación (una subversión) de un extraño subtipo de fotografía: el safari fotográfico. La cámara se oculta y dispara sobre figuras amenazantes buscando el retrato único, la textura alucinante, la tersa piel del tigre de metal: en definitiva, mientras rija en la city la ley de la selva, tal parece ser el futuro y el presente, el sueño y la pesadilla de este fotógrafo citadino.

Patricio Foglia

 

 

Francisco Pignataro comenzó su formación como artista en la carrera de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU), a su vez se formó en Historia del Arte en la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (AAMNBA) y como fotógrafo en la Escuela Nacional de Fotografía (ENFO) y FADU.

Hoy se desempeña en el campo de las artes visuales y audiovisuales, llevando a cabo proyectos de fotografía documental como: “Ficciones Urbanas”, “La Otra Vereda” y “Mundo Interno”, mientras que ha participado como coordinador de fotografía en las publicaciones sobre “Patrimonio Arquitectónico Argentino” del Ministerio de Cultura de la Nación. En lo audiovisual participó en la realización de programas como: “Proyecto Patrimonio” – Canal (á), “Conceptos, para interpretar la imagen” - Canal (á) y “Patrimonio y Nación” - TV Pública.

Todas las fotos publicadas pertenecen a http://franciscopignataro.com/, donde pueden encontrar la serie que forma parte del libro Ficciones urbanas junto con otras series del mismo autor.