Mariana Suozzo - El Salto

El Salto y otros poemas

I

De noche las montañas que cercan al pueblo
no se ven, pero están ahí rodeándonos
bajar en bicicleta por todas estas calles
que se dirigen hacia el centro
no es como andar en bicicleta
vamos pasando cambios en picada
escuchando ruidos de piedritas
que aplastamos sobre la tierra
este camino es como una bendición
que recibimos por tanta cuesta arriba
tu voz se corta, se la lleva el viento
y no sé con quién estoy hablando realmente
igual seguimos pedaleando hasta que lleguen las certezas.


II

La casa está fría
el invierno entra suave por la ventana
acaricia la cerámica limpia, paraliza el momento
recortando la escena como una postal
llegás con la ropa toda sucia
cayéndote por el cuerpo como una lágrima
me contás que te lo hicieron como se lo harían a un perro
con los ojos vendados y por la espalda
mientras sus risas se amplificaban por millones.


III

La mayor parte del tiempo no ocurre nada
aunque ruidos del exterior ingresen
aunque la persona que viva arriba de mi casa
arrastre los muebles, lo único que me detiene
es el movimiento de este cuerpo
que realiza plenamente su función: respira
parpadea, mueve los dedos de los pies.
Algo simple como gotas de agua
que se evaporan al sol, eso es todo.


IV

Tres antenas redondas y alineadas
en la terraza forman una constelación,
parecen platos en el cielo a punto de chocar
con los objetos que pertenecen al cielo
parecen naves, estrellas, una imagen satelital
que se repite también en otros edificios
el futuro llega a la bahía como llega a cualquier
parte del mundo y el cielo se aproxima
como si hubiera descargado agua en otro sitio
el ruido del barrio ahora es como el ruido
de un océano con problemas,
los caños de escape dan la vuelta de manzana
y da la impresión de que esta noche hay equipo.


V

Las paletas del ventilador giran
parece que del techo se desprenden
y vienen lentamente a liquidarnos
un día como este puede ser el fin
mientras el cielo hace con el atardecer
un degradé, y todo pasa de rosado
a un gris llamativamente más oscuro
nos vamos quedando solos
y en este vacío que nos abraza
aparecen los ruidos, como si un mensaje
proviniera de atrás de las paredes
el canto de cosas que tímidamente
se ponen de manifiesto, una canilla gotea
un termo-tanque solo que se enciende.


VI

Tu espalda en ese costado de la cama
me recuerda cuándo nos conocimos
vos en tu mundo, yo en el mío
y todos esos datos que aún
no habían impactado en nuestro sistema
ahora mismo las sirenas están sonando
no tienen descanso el domingo
es terrible que todo el tiempo se queme algo
o que un auto se estrelle contra otro
a cualquier hora de la madrugada
tu cuerpo mira la ventana, estás dormido
y por más que intente apartar la mente del siniestro
me es casi imposible desviar hacia otro lado
una cantidad tan grande de pensamientos.


VII

Un escarabajo hace lo suyo en la arena
huellas pequeñas que luego borra el viento
en eso los escarabajos y nosotros
nos parecemos a los barcos
que trazan una línea en el mar
y luego desaparecen.


VIII

La noche no viene nunca
y cuando camine por esta calle y ya no viva en esta calle
es probable que la noche llegue, como llegan las cosas
que se esperan desde hace tiempo
porque el que no sabe dónde está tampoco sabe quién es
y el viento fuerte no es una noticia que aguarda por nosotros
un soplo que nos dirige hacia dónde nunca estuvimos
pero inevitablemente iremos.


IX

El Salto.


Lo que el tipo ve desde allá arriba
no lo sé, pero hay cosas de la geografía
que solo pueden apreciarse tomando distancia
desde mi lugar de referencia lo veo así:
un hombre a punto de usar el cuerpo
para un salto interminable, a minutos
de embarcarse en el recorrido porque sí
o para negarse a pasar los días camuflado
en una fila de gente que se mueve
automatizada en la calle principal.
¿Habrá comenzado a saltar por deporte
a saltar por saltar, sin vértigo
experimentando con gusto la presión
del aire sobre su cuerpo, arrojándose al vacío
o sumergiéndose en un fluido
sin importarle demasiado
cualquier referencia de altura?
Porque la altura es algo que en pleno salto
puede pasar desapercibida.
El ascenso dura casi dos horas
y se lleva a cabo en una cápsula sostenida
por un globo aerostático, para completar la misión
hay que chequear datos y otros asuntos
que su equipo de trabajo ordena desde la tierra
cuando todo está preparado y el momento
que se aproxima se vuelve inevitable
el hombre se incorpora
da un pequeño paso al frente
y dice algo.
¿Cómo puede una hazaña romper
un récord mundial y al mismo tiempo
convertirse en un salto ordinario
al interior de uno mismo?
Lo vemos cruzar rachas de viento
que lo hacen girar varias veces por segundo
estas imágenes no se dan todo el tiempo
en vivo por la televisión: un hombre
dando inevitables vueltas sobre sí mismo.
El frío le llega al cuerpo como una sábana
¿Pero qué clase de frío es ese frío
que no logra congelarlo?
Existen varias formas de interpretar
una caída libre: soltar a una persona
a través de la atmósfera sin sustentación alar
ni de paracaídas durante cierto trayecto
no es lo mismo que dejar caer una bala de cañón
o una pluma en el vacío.

Mariana Suozzo

Ilustración: Gaby Thiery.

 

De lo poético del salto


Del salto se puede decir mucho, se ha dicho bastante; pero pienso que faltan teorías en relación a la poética del salto.

Como todos los fenómenos del universo, Los hay simples, comunes; y los hay con estilo propio, marcando un espacio único, personal, algo parecido a la idea de felicidad.

Lo poético es aquello que está al límite, Federico García Lorca así lo consideraba: “lo que está en el filo, a punto de caer en el sitio de donde no se vuelve”

Un salto en caída libre, o la espera del mismo, desde donde se pueden palpar las cosas de una manera diferente, cercana a lo impalpable.

Así es como la poeta Mariana Souzzo, comprende un cosmos posible, una historia, una vida, como un salto inevitable de crudeza y levedad al mismo tiempo. Un experimentar sumergiéndose al vacío.

Un poema diálogo, que se inicia involucrando a un hablante que no es sino su misma voz, sin duda una experiencia de diálogo interior. Un yo poético que va mucho más allá de lo autobiográfico, y asume una intriga existencial, apoyada en el tiempo presente pero para resignificar el pasado y el futuro.

Los objetos de lo cotidiano se van abriendo, inciertos, a un mundo conocido- desconocido:

…“Las paletas del ventilador giran
parece que del techo se desprenden
y vienen lentamente a liquidarnos”…

contribuyen a la pregunta que no tiene rostro o sujeto, donde sólo hay una certeza:

“ un día como este puede ser el fin”

La duda se justifica en el volver la mirada a la debilidad humana respecto del tiempo, porque en ese mismo momento se insiste en lo particular de un sujeto que lo reivindica. Al decir de Heidegger podemos pensar, que la movilidad de la existencia, no es el movimiento de algo ante los ojos, sino que se define por su ser – ahí (Dasein) lo ontológico de un ser histórico fundado en la temporalidad.

De aquí, que la escritura poética, de fuerte experiencia interior, sea una cuestión de autobiografía al mismo tiempo que proyección sobre la historia.

Lo humano en el tiempo:

…“porque el que no sabe dónde está tampoco sabe quién es
y el viento fuerte no es una noticia que aguarda por nosotros
un soplo que nos dirige hacia dónde nunca estuvimos
pero inevitablemente iremos.”

Lo poético que evoca su íntima esencia, allí donde siempre se siente una búsqueda del revés de las cosas, como opina Roberto Juarroz, de lo que es la poesía.

Dice la autora en un fragmento de El Salto:

“El frío le llega al cuerpo como una sábana
¿Pero qué clase de frío es ese frío
que no logra congelarlo?”

Asumiendo la experiencia de una inversión, la confusión que la luz del invierno entrega, una desnudez develada y su sombra, como la existencia misma, con el abandono en que nos deja el sinsentido.

Alejandra Mendez - San Cristóbal, prov. de Santa Fe, 1979.